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Estudios Iberoamericanos: Boletín departamental del repositorio de la Universidad de Sofía para recursos académicos (Sophia University Repository for Academic Resources) 27 de Julio de 2017

El tema del cambio climático se distingue, entre otras muchas cosas, por tener una mala comunicación entre las partes involucradas. Los científicos de manera constante aportan conocimientos sobre el desarrollo y el riesgo del cambio climático en la sociedad del siglo XXI y la necesidad de ejercer medidas de prevención para revertir el proceso; mientras que su interlocutor la sociedad, los políticos y los organismos intergubernamentales— pese a que tienen una capacidad auditiva diferente entre ellos, ninguno es totalmente sordo, pero tampoco escuchan con absoluta claridad. Lo anterior se deduce por la observación de las respuestas dadas por los tomadores de decisiones a un riesgo de carácter ambiental, pero que amenaza el bienestar de la sociedad mundial y el crecimiento económico global.

Por un lado, tenemos un sistema internacional que, abanderado por un nutrido grupo de actores, creó un régimen internacional frente al cambio climático desde 1992, pero que, aún con la firma de acuerdos, protocolos, tratados, normas, principios y objetivos, no ha logrado impedir que la temperatura del planeta siga aumentando y que, pese a esto, la lentitud de los Estados para firmar y posteriormente ratificar los acuerdos logrados (Protocolo de Kioto) sea visto como un proceso normal.

Tal vez sea por esto, que el Acuerdo de París, el último compromiso alcanzado en 2015, ha sorprendido a la comunidad internacional por la relativa rapidez con la que ha sido atendido, pues a 6 meses de haberse firmado (de abril a octubre de 2016) se alcanzó la condición de la ratificación de al menos 55 Partes de la Convención que suman más del 55% de las emisiones globales de los GEI (Gases de Efecto Invernadero), lo que dio apertura para que entrara en vigor el 04 de noviembre del mismo año. De acuerdo a expertos, la premura del proceso de ratificación se dio por tres motivos:

1) El compromiso de los mayores emisores de GEI del mundo, China y Estados Unidos,

2) El liderazgo internacional que éstos últimos ejercen sobre el resto de los Estados y,

3) Los continuos datos científicos, que ya son evidentes, por el daño ambiental.



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29 agosto, 2020 por Ana B. Cuevas Tello