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México y la cuenca del pacífico Vol. 8, Núm. 25

El Protocolo de Kyoto, primer acuerdo internacional que tiene como objetivo reducir la emisión de gases de efecto invernadero, los cuales generan el calentamiento de la Tierra, entró en vigor a principios de 2005. La puesta en marcha de dicho convenio estuvo marcada por dos tipos de expectativas: las positivas y las negativas. Ambas posturas fueron emitidas al interior tanto de los organismos no gubernamentales como de los gobiernos nacionales y de la sociedad civil en su conjunto.

La causa de esta polaridad de opinión tiene su fundamento, por un lado, en la esperanza que despierta el funcionamiento de un acuerdo supranacional que pretende poner fin al cambio climático (con todos los desastres naturales, junto con las pérdidas humanas y económicas, que esto conlleva) y, por el otro, por la falta de compromiso por parte de Estados Unidos (el mayor emisor de dióxido de carbono en el mundo) y Australia (el segundo productor de carbón en el planeta), países desarrollados que dijeron no al Protocolo de Kyoto.



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25 julio, 2020 por Ana B. Cuevas Tello